"Sin rumbo", relato de Silvia Ayuso


SIN RUMBO
por 
Silvia Ayuso (2ºESO, D)
            
El lugar es desolador. Hace casi seis años, las mismas ruinas que mis ojos contemplan habían podido ser un hospital o una escuela. Pero, por aquel entonces, yo solo era un niño de apenas siete años al que le encantaba jugar y divertirse con sus amigos libremente, sin ningún tipo de preocupación; demasiado joven para comprender lo que ocurría a mi alrededor, demasiado joven para saber lo que se avecinaba. Pero hoy en día las cosas son muy distintas y me he visto obligado a madurar antes de tiempo. Todas las noches tengo que acostarme sobre el frío y árido suelo escuchando los disparos de los fusiles, conozco a personas que, al día siguiente, resultan muertas o gravemente heridas a causa de un bombardeo, veo el miedo y la inseguridad en los ojos de la gente...
        Pero hoy todo eso queda atrás. Mi madre nos dice a mi hermano y a mí que nos marchamos de Al-Kaum, ese pueblo que nos ha visto crecer a pesar de las circunstancias, para tomarnos unas vacaciones y viajar a algún país de Europa, aunque yo conozco los motivos reales por los que tenemos que irnos. Mi padre, Mohammed, cuya profesión antes de esta guerra era la de médico, sostiene sobre su cabeza una maleta ancha que contiene todas nuestras pertenencias, o al menos las más importantes. Mi madre, Fátima, que era profesora, tiene la cara demacrada a causa de los estragos de la guerra. Lleva en brazos a mi hermano Joshua, que acaba de cumplir los cuatro años de edad.
        Empezamos nuestra travesía por unas vías de tren muy deterioradas que parecen no tener fin. Por ahora, las cosas no marchan tan mal como me las esperaba: charlamos a ratos y mi padre cuenta algún que otro chiste para animarnos. Pero los hechos empeoran cuando cae la noche y el frio se hace insoportable. Después de unos días teniendo que dormir en condiciones pésimas y andando sin apenas tener oportunidad de descansar, tengo los pies doloridos y estoy sediento y hambriento. Oigo a mi hermano toser y veo que, de repente, se desploma a mi lado. No tengo fuerzas para socorrerlo, solo soy capaz de observar cómo mi padre coloca su oreja sobre su pecho, y mi madre grita, y  por algún motivo que yo todavía no comprendo, empiezan a llorar.
En unos días más, conseguimos llegar a la frontera de Turquía con Bulgaria. Allí, el panorama es indescriptible. Unas pateras atravesarán el Mar Egeo para ir a Atenas en busca de ayuda pero  cuando llegamos a la costa, todas están completamente llenas. Sin darme cuenta, me encuentro en el interior de una de ellas, dejando atrás a unas figuras que parecen ser mis padres. Ya en el agua, de repente, nos vemos sorprendidos por una tormenta. La gente empieza a gritar, una ola enorme se aproxima a nosotros a gran velocidad y, sin poder hacer nada por evitarlo, la patera en la que viajamos vuelca.
No sé nadar y siento cómo me hundo sin poder evitarlo. Me abandono y lo extraño es que, cuando me encuentro a las puertas de la mismísima muerte, no siento miedo. Imagino cómo será el día de mañana, seguramente la patera en la que viajaba aparecerá en las noticias de todo el mundo y puede que la gente que la vea sienta pena y lástima hacia nosotros, pero en unos días la gran mayoría nos habrá olvidado. Lo más seguro es que piensen que la guerra es algo que nunca les podrá ocurrir, un hecho muy lejano para ellos y casi inexistente. Eso es lo mismo que pensaba yo, lo que pensábamos todas las personas de mi país. Pero no quiero recordar el pasado, quiero que mi último pensamiento vaya dirigido al futuro, ese futuro que no tendré, esos sueños que no llegaré a cumplir a causa de la guerra en Siria, y que solo espero que algún día termine y llegue la paz.

* Relato ganador del concurso literario 2019 en el IES Alfonso Moreno, en la modalidad de relatos de 1º y 2º ESO

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