EL ESTRÉS Por Salomé Arias Mira (1º C Bachillerato).
Todos sabemos que el estrés es un enemigo común en nuestras vidas, seamos conscientes de ello o no. Puede pasar factura a nuestra salud física, mental e incluso espiritual. Los efectos del estrés pueden ser sutiles al principio, pero pueden manifestarse en algo más que estar más cansado o de mal humor. También puede afectar al organismo de muchas otras maneras. Para algunos, el estrés se presenta en forma de dolores de cabeza o migrañas. Para otros, puede manifestarse como un dolor constante de espalda o de articulaciones. Para otros, puede incluso hacerles ganar peso o engordar demasiado de forma poco saludable. Es importante comprender que existen distintos tipos de estrés y que la forma en que le afectan puede deberse a diferentes factores. Mientras que algunos factores estresantes son obvios -como volver al trabajo después de tomarse un tiempo libre o tener que volver a conectar con otras personas después de haber estado lejos de ellas durante tanto tiempo-, otros lo son menos y requieren que pensemos en cómo reaccionamos ante ellos de forma diferente. El estrés puede ser tanto positivo como negativo. El estrés positivo puede ayudarnos a mejorar nuestro rendimiento y a cumplir los plazos, mientras que el negativo puede hacer que nos sintamos abrumados y ansiosos. Es importante reconocer la diferencia entre ambos y utilizar estrategias para controlar los niveles de estrés. El estrés puede dividirse en tres tipos diferentes: agudo, episódico agudo y crónico. El estrés agudo es el tipo más común y suele durar poco tiempo. Puede aparecer cuando nos enfrentamos a una tarea difícil o a un cambio repentino en nuestras vidas. El estrés agudo episódico es cuando experimentamos periodos cortos de estrés de forma regular, como cuando nos enfrentamos a una situación difícil en el trabajo. El estrés crónico se produce cuando experimentamos altos niveles de estrés a largo plazo, a menudo debido a una situación difícil o a un acontecimiento vital continuado. En conclusión es importante reconocer cuándo nos sentimos estresados y tomar medidas para controlarlo. Hay muchas formas de afrontar el estrés, como el ejercicio, las técnicas de relajación, hablar con amigos y familiares y buscar ayuda profesional. El ejercicio puede ser una buena forma de reducir los niveles de estrés, ya que libera endorfinas que pueden ayudar a reducir las hormonas del estrés. Las técnicas de relajación como el yoga y la meditación también pueden ser útiles. Hablar con amigos y familiares puede ser una buena forma de desahogarse y obtener una perspectiva diferente de la situación. Por último, buscar ayuda profesional de un consejero o terapeuta puede ser beneficioso para controlar los niveles de estrés.

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