CIENCIA: La teoría del cerebro mosaico

 Por

Inés Ríos (2ºA Bach.)


                                            IMAGEN: FotoActiva


A lo largo de los años la ciencia ha intentado averiguar por qué los hombres y las mujeres somos tan distintos. 

Todo empezó al descubrir que el cerebro del hombre es, en general, más grande que el de las mujeres. Esto llevó a varios científicos a pensar que esta era la razón por la que los hombres poseían más inteligencia que las mujeres. No mucho después pudo comprobarse que esta teoría carecía de respaldo científico ya que según ella los delfines debían de ser mucho más inteligentes que cualquier otro animal.

Desde ese descubrimiento han surgido muchos estudios que pretenden diferenciar las características de los cerebros femenino y masculino para explicar la disparidad de nuestro carácter. 


Daphna Joel, una neurocientífica israelí, se topó con un estudio en animales que mostraba cómo esas diferencias que puedes encontrar entre machos y hembras pueden ser opuestas bajo distintas condiciones del entorno en el

que se encuentran.

Descubrieron que, a pesar de que las dendritas que normalmente se encuentran en el cerebro de las mujeres tienden a tener más espinas que las de los hombres, si se somete a ambos a 40 minutos de estrés estas características se invierten. El hombre tendrá más dendritas que la mujer.

A partir de este estudio Daphna decidió buscar más investigaciones que dieran resultados similares, y se encontró con que muchas de las características que damos por hecho que son femeninas o masculinas cambian según el entorno.

Esto significa que tanto en el útero como en nuestro día a día nuestro cerebro no deja de cambiar ya que no dejamos de sentir cambios en el entorno.

Antes se pensaba que los hombres tienen mejor comunicación neuronal dentro de cada hemisferio cerebral y que las mujeres la tienen mejor entre un hemisferio y otro y que, por lo tanto, que los cerebros femeninos estaban mejor dotados para procesamiento analítico e intuitivo y los masculinos para la percepción y la coordinación de las acciones.

Pero si las características que antes considerábamos propias en el cerebro femenino las encontramos en algunos hombres si se encuentran en ciertos entornos, ¿cómo podemos decir que estas características son las que nos hacen tan distintos?.


Podríamos decir que nuestro cerebro es un mosaico de partes “masculinas” y partes “femeninas”  único para cada individuo y que depende de nuestro entorno. Por lo tanto, no existe un cerebro propiamente masculino o femenino.


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